miércoles, 20 de mayo de 2015

Barcelona ciudad

Hará unos quince años, un concejal de Iniciativa Verds propuso soterrar el tranvía de la Diagonal para evitar el tráfico, a lo que un adversario (de CiU, creo) replicó: "¿Soterrar el tranvía? ¿Eso no se llama metro?". Fue, si mal no recuerdo, por las mismas fechas en que una diputada, también de ICV, sugirió construir una pista curva en el aeropuerto del Prat para, de ese modo, salvar el delta del Llobregat, en lo que me pareció una espléndida metáfora del comunismo, ideología empeñada en salvar a la humanidad (de sí misma) a base de atajos imposibles. Pensaba en ello tras leer que el candidato de CiU a la alcaldía de Barcelona, Xavier Trias, ha planteado la entrada en circulación de un bus eléctrico en la Diagonal, en el tramo comprendido entre Glòries y Zona Universitaria.

Es fama que todo político (más aún si es socialdemócrata, como es el caso de Trias) lleva dentro un ingeniero de movilidad, o acaso un niño memorioso que gusta de jugar al scalextric. Era de esperar, en fin, que ninguno de los programas electorales tuviera, ni por asomo, el embriagador atractivo de las ideas que llevaron a Maragall a ser el mejor alcalde de Barcelona, lo que equivalía a decir de España. Porque Maragall, ciertamente, fue un pésimo candidato: le hacía ascos a los abrazos a bebés, toleraba mal el cuerpo a cuerpo con el adversario y no siempre se expresaba con claridad. Todo eso es cierto; ahora bien, ​Maragall era un hombre con ideas. Geniales, disparatadas, frívolas, pero ​con ​ ideas. Y ni que decir tiene que entre aquel Maragall y estos candidatos el trecho se antoja oceánico. Uno ve a Trias con su proyecto de gobierno de la Diagonal (¡y ni siquiera toda!), a Collboni con su rebaja en el precio de la T-10 y a Supervivienda con su dinero de mentirijillas​ y sufre un leve acceso de nostalgia de futuro, ya saben, de aquel ​tiempo en que todo, desde los bares de diseni a la remodelación de la fachada marítima, estaba por venir. Frente a este panorama, la necesidad de que Barcelona cuente con una regiduría de Turismo, como defiende la candidata de Ciudadanos, Carina Mejías, tal vez no sea lo más engrescador, pero cuando menos se ciñe a la premisa de legislar de acuerdo con la realidad, pues no en vano Barcelona ha capeado la crisis gracias, precisamente, al turismo.

La única lectura positiva de esta atonía general tiene que ver con la posibilidad de que la Ciudad Condal sea una ciudad tan manifiestamente boyante, ​insultantemente ​acogedora y, aunque con salvedades, ​razonablemente ​agradable, que ya no admita más que algún que otro lifting ennoblecedor.



Libertad Digital, 14 de mayo de 2015

No hay comentarios:

Publicar un comentario